El mejor lazo de unión

Piensen en una pared hecha de ladrillos, la clásica. Ladrillos rojos unidos los unos con los otros a través de una capa de cemento.

En algún momento, me cruzé con un pasaje que se me plasmó en la mente:

"Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto." Colosenses 3:14 (NVI)

La Biblia en Lenguaje Sencillo dice: "Y sobre todo, amense los unos a los otros, porque el amor es el mejor lazo de unión."


No pude evitar asociar estos pasajes con una pared.

El segundo mandmiento que nos deja Jesús es que amemos al prójimo como a nosotros mismos. A medida que pasa el tiempo me doy cuenta de cuantas funciones y beneficios trae el amar a los demas de a misma manera que Cristo nos amó a nosotros.

Para empzar, quedemosnos con la imagen de la pared con ladrillos. Estos están unidos con cemento, están unidos. Si hay algo por lo que nos tenemos que caracterizar los cristianos es por estar unidos. Hay que tener un vínculo con el resto del cuerpo, y este para que nos mantenga unidos tiene que ser un vínculo perfecto. ¿Qué mejor vínculo que el amor? Piensen qué es lo que ha causado guerras, choques grandes entre naciones o entre buenos amigos. Si aquellos que fueron parte de enfrentamientos hubieran amado al prójimo ¿hubiera habido tanta violencia? Pareciera que cuando Jesús nos dejó este segundo mandamiento no lo hizo por que sí, sino porque este era el secreto para vivir en paz con los demás.
Hay veces en las que nuestra naturaleza pecaminosa se quiere apoderar de nuestro accionar, pero los que tienen el Espíritu de Cristo tienen que intentar obedecer a Dios en todo para no dejar que la naturaleza pecaminosa gane. Cuando Jesús nos dejó este mandamiento es como si nos hubiera dicho 'Estas son las instrucciones que venían detrás del paquete cuando te compré, tenés que primero amar a Dios con todo lo que sos, y después amar a todos los demás como a tí mismo, y amarlos de verdad. Si seguís estas instrcciones la vida va a salir rica.'

Otra cualidad que veo en este cemento es que si tengo un ladrillo con forma diferente a los demás, aún asi puedo encajarlo en la pared rodeandolo con el cemento necesario, porque el cemento no va a admitir solo una forma determinada. Como muchos vemos, no todos tenemos la misma forma, pero eso no significa que solo los que son así pueden ser parte de la pared, el cemento puede incluir en esta a cuantos quieran ser parte de ella. Piensen en la manera que el Señor nos amó a nosotros, su amor es un ejemplo a seguir, nos amó de manera que por más que teníamos una forma un poco distorcionada, quiso incluirnos en la pared. Además de aceptar a los demás, tenemos que saber perdonarlos. Si no perdonamos a los demás, de alguna manera estaríamos separando los ladrillos, separando la pared, no solo pueden quedar fuera los demás, sino nosotros, por no perdonar.

Ahora bien. tenemos una pared, bien unida, fuerte. ¿Qué pasa cuando sopla el viento? La pared sola, por más que tenga a sus ladrillos bien unidos entre sí, ¿vá a mantenerse en pie durante una tormenta? Creo que por más que sople una suave brisa, la pared cae. Nos estamos olvidando entonces de un elemento muy importante para que toda pared se mantenga en pie: cimientos. ¿Cual es la roca principal? Cristo. Sin ella, la pared, ya sea con ladrillos bien unidos, se cae. Ahora sí tal vez tendríamos otra explicación para el orden de los dos mandamientos de Jesús. Primero hay que amar a Dios con todo, y contruir solo sobre Él, porque sino, nos caemos ante la más suave brisa. Si lo pensamos también, los cimientos son de cemento puro, Dios es amor, y es precisamente ese el material con el cual nosotros nos vamos a poder unir a los otros ladrillos, cualquiera sea su forma, se lo va a poder acomodar.

En una reunión de mi iglesia, no pude quitar mi mirada de las paredes del edificio, estaban hechas precisamente así. En ese momento la charla era sobre el amor (1 Corintios 13)y se hizo énfasis en lo que es el no amor. El no amor incluía muchas cosas, era más bien todo lo contrario a un amor incondicional. En ese momento me di cuenta que si un ladrillo no está unido al cemento, puedo empujarlo y ya no sería parte de la pared. Para que esto pasara el ladríllo tendría que pensar que no necesita de nada para persistir, sería un ladrillo orgulloso y egoísta, pero la realidad es que hay que dejarse rodear por el amor de Cristo para poder resistir la tormenta. Tenemos que aceptar ese amor y dejar que llene nuestros alrededores, y otra verdad es que si nosotros nos negamos a compartir este amor con otro ladrillo, puede que seamos nosotros en realidad los que nunca estuvimos unidos al cemento.

No dejemos que gane el orgullo propio de una persona que no tiene a Cristo. Él nos perdonó todo, y nosotros tenemos que perdonar a los demás y mostrar ese amor que nos asombra todos los días.

Amemos a los demás, porque el amor, es el mejor lazo de uníon.

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