Encarcelados pero no esclavos






Hechos 16:23-26 (Nueva Versión Internacional)

23 Después de darles muchos golpes, los echaron en la cárcel, y ordenaron al carcelero que los custodiara con la mayor seguridad.24 Al recibir tal orden, éste los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies en el cepo. 25 A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban.26 De repente se produjo un terremoto tan fuerte que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos. Al instante se abrieron todas las puertas y a los presos se les soltaron las cadenas.

Voy a intentar hacerlo resumido, pero de este pasaje hay mucho para sacar.

Si vamos al contexto en donde sucedió esto, Pablo y Silas son encarcelados, para sintetizar, por anunciar la buena noticia. A quienes anuncian hoy en día la buena noticia, no solo con palabras claras frente a una audiencia, sino también a aquellos que lo hacen con simplemente su presencia y su manera de actuar donde sea que vayan, les pasa casi lo mismo, no nos literalmente encarcelados en cárceles propiamente dichas, o por lo menos una parte, pero si son encarcelados en otros sentidos, son encarcelados por cosas que no les permiten hacer otras cosas, situaciones que nos limitan, nos encarcelan.
Sin embargo, no nos hacen esclavos.

¿Que significa esto? Pablo y Silas estaban limitados en este caso fisicamente, como alguien tambien podría llegar a econtrarse limitado hoy. Sin embargo, su corazón, su espíritu, nunca podría haber estado en la misma situación que sus pies y sus manos. La Biblia en lenguaje actual dice: "el carcelero los puso en la parte más escondida de la prisión, y les sujetó los pies con unas piezas de madera grandes y pesadas". Hay situaciones que nos llevan a este rincón oscuro, en donde sentimos el peso del mundo, la carga de la situación, lastimándonos. Sin embargo, Pablo y Silas sabían que esta situación no los iba a esclavizar de nada, eran libres, la carcel para ellos no sgnificó ningun distanciamiento entre ellos y el Señor. Entonces, concientes de ese vínculo que tenían con Dios, oraron y lo alabaron. Por más que estaban en ese lugar, ellos sabían que todo estaba bien, porque el Señor nunca los iba a dejar. ¿Qué felicidad más grande hay que saber eso? Podemos estar preocupados, pero la verdad que no hay razón para dejar que esta nos distancie del amor de Cristo, asi que, ¿qué cosa mejor que cantarle alabanzas a su Salvador?

Cuando estamos encarcelados por alguna tormenta, no hay que perder el ánimo, así se reafirma nuestre fe y fuerza, y al mismo tiempo, los demás ven. En la cárcel, los otros prisioneros escuchaban. En la vida real, la gente no tiene porque solo escucharlos, también lo pueden notar, en nuestro rostro, en lo que hacemos, como lo hacemos. Podremos estar encarcelados, pero nada nos puede hacer prisioneros de ese intento de separación por parte del enemigo, no no, nada nos puede separar. NADA. Por eso, estar encarcelados nunca tiene que llegar a esclavizar a nuestro corazón y apartarlo de Cristo. A veces lo olvidamos, pero una vez que uno recuerda, todo cambia.

Estando conciente de esta verdad, el Señor vió que la respuesta a la situación por parte de Pablo y Silas fue de su agrado, y un temblor, los dejó libres tanto a ellos como a los que escuchaban.
La oración, la fé, la seguridad en Dios, la firmeza en Dios comprobada, tiene como efecto la bendición de recivir una salida que no tiene explicación fuera de Dios. Ocurre un temblor, un hecho que no se consideraba posible, y esa luz no solo nos ilumina a nosotros, sino que tambien beneficia a los que nos habian visto entrar en la carcel, meditar dentro de ella, y ahora, salir.

Dios no solo reafirma cimientos en nosotros, sino que esta también usandonos en situaciones que nos encarcelaran parcialemtne, pero no nos hacen esclavos, para expander su reino y reflejar en el mundo su amor y gloria a través de nosotros.

El día a día va a traer nuevos desafíos e intentos de encarcelamiento y esclavización, la gente va a quedar más sorprendida por lo que hacemos más por lo que decimos. Pidan a Dios que les dé de su Espíritu para que puedan ser cristianos fuertes de ánimo, y que se coviertan en pozos que hasta rebalsen de esa agua que da vida para llegar hasta aquellos que se encuentran en sed de paz.

Podrán estár en una cárcel, pero esta no va a poder encadenarlos a sus céldas, acá estamos solo de paso.




Un día estaba en mi jardín y ví a una planta que estaba decaída, sus hojas colgaba, y en ese momento no pude evitar asimilar a esa imagen con migo. Sin embargo, noté otra cosa. Las hojas estaban caídas, pero aún en esa condición estaban verdes. Podremos pasar por todo tipo de situaciones que nos hagan sentir bien o mal, pero nunca vamos a perder el color que nos da el Espíritu de Cristo.












Despues de un tiempo, me pregunté que pasaría con estas hojas, ¿se secarían y ese sería el fin de la planta?


No, unos días después encontré que las hojas habían vuelto a su fortaleza de antes, y eran señal de que en esa tierra, agua no les faltaría nunca.

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